COVID-19
El COVID-19 es una enfermedad viral que puede afectar los pulmones y las vías respiratorias. El causante es el SARS-CoV-2, un tipo de coronavirus descubierto recientemente.
Todo lo que necesitas saber sobre el COVID-19.
¿Qué son los coronavirus?
Los coronavirus son los causantes de enfermedades como la gripe común. Se caracterizan por tener picos en forma de corona en su superficie, de allí que se les haya dado ese nombre.
Los coronavirus causan enfermedades en ciertas especies de animales como ganado, camellos o murciélagos, así como en humanos.
Usualmente provocan enfermedades respiratorias leves a moderadas, aunque también pueden causar padecimientos más graves.
¿Qué es el COVID-19?
El COVID-19 es una enfermedad viral que puede afectar los pulmones y las vías respiratorias.
El causante de esta enfermedad es el SARS-CoV-2 (coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave de tipo 2). Un tipo de coronavirus descubierto recientemente.
El virus ha cobrado la vida de 2.1 millones de personas e infectado a 97.8 millones en todo el mundo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualizados al 25 de enero 2021. Consulta aquí las últimas actualizaciones.
Se han notificado casos de reinfección por SARS-CoV-2 (COVID-19), es decir aquellos donde una persona se enfermó una vez, se recuperó y volvió a infectarse posteriormente. Sin embargo, estos son poco frecuentes.
Los científicos están trabajando para entender la respuesta de los anticuerpos durante la primera infección y las subsiguientes, en estos casos.
Origen del COVID-19
Aunque no se conoce el origen exacto del actual brote de COVID-19, se sabe que se originó en un animal, probablemente un murciélago. Sin embargo, es un tema que se sigue investigando.
El primer brote de esta enfermedad apareció en diciembre 2019, en Wuhan (China). Y desde allí se propagó rápidamente a otros países, hasta convertirse en una pandemia a nivel mundial, declarada como tal por la OMS, en marzo de 2020.
Causas y formas de propagación
Las investigaciones en cuanto a la propagación del COVID-19 continúan. No obstante, se sabe que el COVID-19 se propaga principalmente de persona a persona y que es altamente contagioso.
También se conoce que las personas sin síntomas (asintomáticos) pueden transmitir el virus.
El contagio se da a través de pequeñas gotas de líquido que salen de la nariz o boca de una persona infectada, al toser, estornudar, respirar o hablar.
Una persona puede infectarse si inhala estas gotitas, o al tocarse los ojos, nariz o boca, después de estar en contacto con objetos o superficies contaminadas. Es por ello que se recomienda el lavado frecuente de manos.
Se sabe que el virus del COVID-19 puede sobrevivir hasta 72 horas en superficies de plástico y acero inoxidable, menos de 24 horas en superficies de cartón y menos de 4 horas en superficies de cobre, indica la OMS, de acuerdo a estudios realizados.
Contagio de COVID-19 por aerosoles
Aunque se continúan haciendo estudios para comprender mejor las condiciones en las que se produce este tipo de transmisión. Algunos estudios como el realizado por investigadores de la Universidad de Nebraska y publicado en Nature Scientific Reports, sugiere que el COVID-19 se puede contagiar a través de los aerosoles.
Esto significa que la infección puede propagarse a través de la exposición a partículas invisibles, exhaladas por enfermos de COVID-19.
Dichas partículas pueden permanecer suspendidas en el aire a largas distancias por varias horas, especialmente en lugares cerrados, mal ventilados o abarrotados, donde personas infectadas pasan mucho tiempo con otras. Por ejemplo: restaurantes, clubes nocturnos, gimnasios, oficinas, lugares de culto, etc.
Signos y síntomas de COVID-19
Los síntomas que produce el COVID-19 pueden variar ampliamente y van de leves a graves.
El tiempo que transcurre entre la exposición al virus y el aparecimiento de los primeros síntomas, es usualmente de 5 o 6 días, aunque puede variar entre 1 y 14 días. A este período se le conoce como período de incubación.
Algunas personas son portadoras de la enfermedad, pero no experimentan síntomas (asintomáticas). Mientras que otras enferman de gravedad y necesitan asistencia médica para poder respirar.
Síntomas más comunes del COVID-19
- Fiebre
- Tos seca
- Cansancio o fatiga
Síntomas menos comunes
- Dolor de garganta
- Dolores musculares y corporales
- Dolor de cabeza
- Temblores con escalofríos
- Congestión o moqueo
- Diarrea
- Náuseas y vómitos
- Pérdida del gusto u olfato
- Conjuntivitis
- Sarpullido en la piel
- Cambios de color en dedos de manos o pies
En algunos casos pueden presentarse síntomas graves que requieren atención médica inmediata, tales como:
- Dificultad para respirar
- Dolor u opresión en el pecho
- Pérdida del habla o del movimiento
- Somnolencia excesiva
- Confusión
Síntomas persistentes a largo plazo
Independientemente de que un paciente haya estado hospitalizado o no, a causa del COVID-19, algunos pueden experimentar síntomas persistentes a largo plazo, después de la infección.
Los más afectados son los adultos mayores y las personas con afecciones graves. No obstante, las personas jóvenes y sanas también pueden presentar ciertos malestares durante semanas o meses después de la enfermedad.
Según varios estudios, las secuelas que deja el COVID, afectan al aparato respiratorio y al sistema cardiovascular; además de dejar secuelas neuropsiquiátricas y psicológicas, según lo señalado por la OPS (Organización Panamericana de la Salud).
Por su parte la Clínica Mayo, una entidad dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación en Estados Unidos, informa que los síntomas persistentes más comunes del COVID-19, incluyen: fatiga, tos, falta de aire al respirar, dolor en el pecho y en articulaciones.
Otros signos y síntomas a largo plazo que pueden presentarse son: dolor de cabeza, dolores musculares, pérdida del gusto u olfato, problemas de memoria o concentración, problemas para dormir, erupciones, pérdida de cabello y latidos rápidos o fuertes del corazón.
Factores de riesgo
Personas de cualquier edad pueden contagiarse de COVID-19, incluso los niños.
Sin embargo, el riesgo de presentar síntomas peligrosos aumenta en las personas de edad avanzada, quienes pueden desarrollar síntomas graves.
Otro grupo de alto riesgo, independientemente de su edad, son aquellas personas que tienen padecimientos preexistentes como diabetes, enfermedades cardíacas o pulmonares, obesidad grave y personas con sistemas inmunitarios debilitados.
Se sabe también que los fumadores tienen más probabilidades de desarrollar síntomas graves en caso de padecer COVID-19, en comparación con los no fumadores, como lo indica la OMS en su Declaración sobre consumo de tabaco y COVID.
Posibles complicaciones del COVID-19
Las complicaciones médicas por COVID-19 que experimentan algunas personas, pueden incluso causarles la muerte.
Según la alerta epidemiológica de Complicaciones y secuelas por COVID, emitido por la Organización Panamericana de la Salud, en agosto 2020, un 5% de los casos de COVID-19 desarrollan un cuadro clínico crítico, con presencia de una o más de las siguientes complicaciones:
- Insuficiencia respiratoria
- Síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA)
- Sepsis y choque séptico
- Tromboembolismo y alteraciones de la coagulación
- Falla multiorgánica, incluyendo insuficiencia renal aguda, insuficiencia hepática, insuficiencia cardiaca, shock cardiogénico, miocarditis, accidente cerebrovascular
- Otras complicaciones atribuidas a procedimientos invasivos o no invasivos, realizados durante el manejo clínico del caso.
Diagnóstico
Existen tres tipos de pruebas para saber si una persona está infectada con el SARS-CoV-2.
Pruebas moleculares
Detectan el material genético del virus (RNA) en las muestras de mucosa nasal o saliva. Entre ellas se encuentran las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (RCP).
Son pruebas confiables, con alta especificidad y sensibilidad, facilitando el diagnóstico precoz de la enfermedad. Aunque el resultado puede demorar varios días.
Para realizar la prueba RCP, se inserta un hisopo nasal largo en un orificio de la nariz para obtener una muestra de fluido.
En algunos casos se inserta un hisopo largo en la parte de atrás de la garganta o puede salivarse en un tubo para producir una muestra de saliva.
Este tipo de pruebas deben de realizarse en los primeros 7 días de la infección, cuando la carga viral es mayor en la nariz y garganta. Puesto que pasado este tiempo, dejan de ser efectivas.
Pruebas de antígeno
Estas pruebas detectan proteínas específicas del virus. Son pruebas rápidas que pueden dar resultados en minutos. Para realizarlas se usa un hisopo para tomar una muestra de fluido de la nariz.
Si una persona da positivo, significa que está infectada y que es contagiosa.
Con este tipo de pruebas hay más posibilidades de obtener resultados falsos negativos. Es decir que una persona puede estar infectada, pero tener un resultado negativo.
En estos casos el médico podría recomendar hacer una prueba RCP o prueba molecular.
Pruebas serológicas
Estas pruebas son útiles para saber si una persona estuvo infectada previamente, por lo que no se recomiendan para diagnosticar el COVID-19.
La prueba busca anticuerpos en una muestra de sangre, producidos por el sistema inmune. Estos ayudan a combatir infecciones y pueden proteger a una persona de la misma enfermedad (inmunidad).
Los anticuerpos tardan varios días o semanas en desarrollarse después de tener una infección. Permanecen en la sangre por varias semanas o más, después de la recuperación.
¿Quiénes deben hacerse estas pruebas?
No todas las personas deben realizarse la prueba de detección. Solo aquellas que tienen síntomas de COVID-19; personas que han tenido contacto cercano con alguien infectado o aquellas a quienes su proveedor de atención médica, les ha pedido realizarla.
Según los síntomas, las posibles exposiciones a los virus y el juicio clínico del médico, el diagnóstico de COVID-19 puede incluir varios pasos.
Tratamientos para el COVID-19
A la fecha no existe cura o tratamiento científicamente comprobado contra el COVID-19. Hay medicamentos y tratamientos específicos que se están estudiando y poniendo a prueba, pero su efectividad aún es incierta.
Por lo tanto, es vital completar los estudios médicos, para determinar si alguno de estos tratamientos será efectivo contra el COVID-19.
No obstante, en octubre 2020, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó un medicamento para tratar el COVID en adultos y niños de 12 años o más.
Se trata de un antiviral llamado Remdesivir (Veklury) que se administra en forma intravenosa, el cual fue aprobado para el tratamiento de pacientes con COVID-19 que requerían hospitalización.
Sin embargo, en noviembre de ese mismo año, la OMS recomendó no utilizarlo, indicando que no había pruebas a la fecha, que demuestren que el Remdesivir mejore la supervivencia en pacientes con COVID-19.
Adicionalmente, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos recomendaron un medicamento antiinflamatorio para personas hospitalizadas con COVID-19, que requieren respiradores mecánicos o necesitan oxígeno suplementario. Se trata del corticosteroide Dexametasona.
Respecto a esto, la OMS manifestó que un estudio realizado en Reino Unido encontró promisorio dicho fármaco para tratar a pacientes graves y críticos de COVID-19, aunque no encontró beneficios para los que no requerían oxigenoterapia.
Por esta razón, la Dexametasona no debe utilizarse para prevenir ni tratar los síntomas leves que el virus produce.
Tratamiento en casa
La mayoría de personas que enferma de COVID-19 con síntomas leves o moderados, puede recuperarse en casa.
Un médico podrá recomendarle un tratamiento para aliviar los síntomas. Este incluye usualmente reposo, tomar líquidos y algunos medicamentos de venta libre para bajar la fiebre, reducir la tos y aliviar el dolor.
Remedios caseros para el COVID
Aunque el uso productos naturales puede brindar efectos reconfortantes al organismo, no existe evidencia científica que confirme que su uso reduzca el riesgo de contagio, que mejoren los síntomas o que curen el COVID-19.
Prevención del COVID-19
Para prevenir el COVID-19 se recomienda tomar las siguientes medidas:
- Lavarse las manos con frecuencia, con agua y jabón. O utilizar o un gel desinfectante de manos a base de alcohol.
- Mantener el distanciamiento físico (al menos un metro de distancia de otras personas).
- Usar una mascarilla que cubra la boca, nariz y mentón, para protegerse y proteger a otras personas.
- Evitar las aglomeraciones y los espacios cerrados o poco ventilados.
- Cubrirse la boca y nariz con el codo flexionado, al toser o estornudar.
- Evitar tocarse los ojos, nariz y boca.
- Limpiar y desinfectar diariamente las superficies que se tocan con frecuencia (manijas de puertas, interruptores de luz, teléfonos, grifos, inodoros, barandas, etc.).
- Abstenerse de fumar y realizar otras actividades que debiliten los pulmones.
- Si una persona no se siente bien, debe quedarse en casa.
Vacunas contra el COVID-19
Desde que apareció el COVID-19, farmacéuticas e institutos de todo el mundo, se han dado a la búsqueda de una vacuna.
Aunque expertos coinciden en que las vacunas no serán la única solución a la pandemia, el panorama actual de desarrollo de vacunas es alentador.
No obstante, es preciso demostrar que las vacunas son seguras y eficaces, mediante ensayos clínicos amplios.
Algunas vacunas ya han sido aprobadas para su uso ilimitado en humanos. Otras cuentan con autorización de uso de emergencia y otras están por concluir sus estudios de fase 3, para lograr su aprobación.
Según el seguimiento de vacunas candidatas de la OMS, hay más de 200 vacunas en fase de desarrollo clínica y preclínica.
Los diferentes tipos de vacunas que se están desarrollando incluyen: vacunas con virus inactivados o atenuados; vacunas con vectores virales; vacunas basadas en proteínas;
vacunas con ARN y ADN. La mayoría de ellas utilizan un régimen de dos dosis.
Ya se han empezado a distribuir las primeras vacunas en algunos países. Otros incluso ya han iniciado con las inmunizaciones. Sin embargo, se prevé que el proceso de vacunación será lento, sobre todo en países de medianos y escasos recursos.
En cuanto a si las vacunas contra el COVID-19 proporcionarán protección a largo plazo (inmunidad), la OMS ha indicado que es muy pronto para saberlo, indicando que se requieren más investigaciones para dar respuesta a esta pregunta.
Nuevas variantes de coronavirus (COVID-19)
A medida que un virus se transmite de persona a persona, sufre mutaciones (cambios en su código genético), las cuales pueden agruparse en variantes o linajes.
Ya han aparecido nuevas variantes del SARS CoV-2, el virus causante del COVID-19. Dichas variantes se propagan con mayor facilidad y rapidez, por lo que son potencialmente más contagiosas.
Las nuevas variantes que han aparecido en distintos países, han levantado las alertas mundiales, y están siendo monitoreadas de cerca por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Actualmente hay varias investigaciones en curso para determinar si estas nuevas variantes podrían ser más mortales, si hay cambios en la transmisibilidad o severidad del virus, o si podrían afectar la eficacia de las vacunas desarrolladas hasta ahora.
Entre las nuevas variantes, tenemos las siguientes:
Variante B.1.1.7, también llamada VUI-202012/01
Fue encontrada en el Reino Unido y tiene la capacidad de propagarse más fácilmente entre las personas. Ha sido ya detectada en varios países como: Italia, Australia, Dinamarca, Islandia y los Países Bajos.
Variante 510Y.V2
Es una variante identificada en Sudáfrica. Tiene una de las mismas mutaciones que la del Reino Unido, pero es distinta.
Variante P.1.
Esta nueva variante del coronavirus fue detectada en la ciudad de Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas.