¿Qué tratan de decirnos los niños que muerden?
Los niños que muerden experimentan un trastorno de procesamiento sensorial, es una sobrecarga en sus sentidos. La terapia adecuada puede ayudar.
Ante los niños que muerden hay diferentes formas de reaccionar de los padres. Algunos pueden llegar a propinar algún castigo buscando corregir esta conducta; para otros es una travesura que no debería tener mayor importancia. Pero las mordidas son mucho más que una travesura o un capricho.
Causas: niños que muerden
Entrevistamos a la psicóloga Maria Alejandra Muñoz quien nos explicó más al respecto. “Los niños que muerden experimentan lo que llamamos trastorno de procesamiento sensorial, podemos resumir esto como una sobrecarga en sus sentidos, mucho ruido, miedo, agresividad o el deseo de obtener algo.
Para un niño de entre 2 a 4 años el mundo exterior puede tener mucha información que no es capaz de procesar. Así que necesita expresar su molestia ante la situación, llantos, agresividad y mordidas pueden ser los resultados de esta frustración”.
¿Es algo que debe preocuparnos?
Un niño que no aprende a canalizar sus emociones se acostumbra a reaccionar de manera agresiva. Con el tiempo se convertirá en un adulto violento. Además los trastornos de procesamiento sensorial también pueden dificultar el aprendizaje.
La terapia adecuada puede ayudar a los niños a superar esta dificultad. No solo dejarán de morder, a largo plazo les ayudaremos a vivir de una mejor manera.
También tú puedes ayudar
La terapia es la mejor manera de resolver estos problemas emocionales, pero el trato de los padres en casa también ayuda. Estas son algunas cosas que puedes hacer en caso de que tu hijo muerda o se comporte de manera agresiva.
No pierdas el control: El ejemplo es el mejor maestro, si golpeas a tu hijo, o le gritas, esto sólo reforzará su idea de que la agresividad es la solución para un problema. El ver a sus padres calmados lo ayudará a buscar otro tipo de conducta.
Causa y efecto: A los niños pequeños les cuesta asociar su comportamiento con el entorno, están enfocados en sí mismos. Así que tienes que actuar en el momento para que entienda que su agresividad fue el problema. Apartarlo de los otros niños por unos minutos es una buena opción.
Ayudale a cansarse: El exceso de energía tampoco le ayuda a controlar su agresividad. Correr, saltar, o jugar con una pelota le ayudarán a desahogar su energía y mantenerse calmado por más tiempo.
Si tu hijo aún no puede superar esta etapa, consulta con un especialista.